[Antonello da Messina -- Crucifixion, detail]
El cuerpo no quiere deshacerse sin antes haberse consumado.
Y ¿cómo se consuma el cuerpo? La inteligencia no sabe decírselo, aunque sea ella quien más claramente conciba esa ambición del cuerpo, que éste sólo vislumbra. El cuerpo no sabe sino que está aislado, terriblemente aislado...
Mas para fundirse no tiene el cuerpo los medios del espíritu, que puede poseerlo todo sin poseerlo o como si no lo poseyera. El cuerpo únicamente puede poseer las cosas, y eso sólo un momento, por el contacto de ellas. Así, al dejar éstas su huella sobre él, conoce el cuerpo las cosas.
No se lo reprochemos: el cuerpo, siendo lo que es, tiene que hacer lo que hace, tiene que querer lo que quiere. ¿Vencerlo? ¿Dominarlo? Cuán pronto se dice eso. El cuerpo advierte que sólo somos él por un tiempo, y que también él tiene que realizarse a su manera, para lo cual necesita nuestra ayuda. Pobre cuerpo, inocente animal tan calumniado; tratar de bestiales sus impulsos cuando la bestialidad es cosa del espíritu.
Aquella tierra estaba frente a tí... Su atracción era precisamente del orden necesario a tu naturaleza: todo en ella se conformaba a tu deseo. Un instinto de fusión con ella, de absorción en ela, urgían tu ser... Y ¿cómo subsistir y hacer subsistir al cuerpo con memorias inmateriales? Y podrás olvidarlo todo, todo menos ese contacto de la mano sobre un cuerpo\
[L. Cernuda -- La Posesion, 1950]